Introducción al caos final del DCEU
Plagados de rumores y decisiones creativas contradictorias, me encontré frente a 'Aquaman y el reino perdido', esperando redescubrir la magia que James Wan había traído a la primera entrega. Con Jason Momoa y Patrick Wilson retomando sus roles fraternales y Amber Heard en un papel drásticamente reducido, la película prometía una aventura repleta de entretenimiento. Sin embargo, desde los primeros compases se presiente el fin de una era en el DCEU, un universo que parece desmoronarse sin un acto final digno que anclara su historia.
Una relación fraterna en el foco del caos
Centrándose en la dinámica fraternal entre Arthur y Orm, interpretados por Momoa y Wilson, Wan intenta recrear un vínculo al estilo Thor y Loki, generando los pocos momentos de auténtica diversión en la película. Su química eclipsa el resto de las interacciones, especialmente las de Mera, relegada a un papel secundario. Esto último, sin duda, se ve influido por las controversias en torno a Heard, pero no explica la infrautilización de talentos como Nicole Kidman y la presencia insípida de Yahya Abdul-Mateen II como Black Manta.
Desaprovechamiento de un elenco estelar
Más allá de desaciertos narrativos y una esquizofrenia visual digital que Wan maneja con desparpajo, resulta desconcertante la gestión del reparto. Kidman está desaprovechada, y Pilou Asbæk parece ser solo un guiño desapercibido. La película parece ser el collage de distintas ideas y escenas ensambladas sin cohesión, presagiando un adiós que no se atreve a decir su nombre, en contraste con las estrategias narrativas de despedida del resto del DCEU.
Conclusiones
En conclusión, 'Aquaman y el reino perdido' me sumerge en un mar de contradicciones y caos narrativo. Pese a la destreza visual y la pasión que Wan pone tras las cámaras, la película diluye su esencia en un guion disperso que parece buscar a tientas un golpe de efecto final. No siento que sea el cierre triunfal que los fans merecíamos, aunque ofreciera momentos de entretenimiento caótico. Como despedida del DCEU, deja un sabor extraño, una broma extendida más allá de sus escenas post-créditos, que no logra resonar como un auténtico final.