El regreso de una querida heroína
Han pasado ya varios años desde la última vez que vimos a Bridget Jones en la gran pantalla, y debo decir que este regreso me llenó de un sentimiento nostálgico. La nueva película, Bridget Jones: Mad About the Boy, dirigida por , nos reúne de nuevo en la vida de Bridget, esta vez enfrentándose a la vida después de la pérdida. Renée Zellweger retoma su icónico papel con una mezcla de vulnerabilidad y encanto que siempre ha sido su sello. Esta vez, Bridget se encuentra lidiando con la viudez y la maternidad, intentando navegar un mundo que parece haber avanzado sin ella. Ambientada en el servicio de streaming Peacock, la película se siente a la medida para su plataforma, con un ritmo mucho más sereno que sus predecesoras.
Una historia contemporánea
Mad About the Boy intenta actualizarse, quizá programáticamente, incorporando elementos del presente como Tinder y referencias a Harry Styles. Bridget, ahora en sus cincuenta, se sumerge en un romance con Roxster, interpretado por Leo Woodall, un biólogo de apenas 29 años. Este amorío, aunque surge de lo más natural, es tratado con una ligereza y soltura refrescante. Sin embargo, debo admitir que me hubiera encantado ver a Bridget enfrentarse de forma más decidida a las modas y tendencias actuales, con el atrevimiento al que nos tenía acostumbrados.
El lado más humano de Bridget
Lo que más me conmovió de esta entrega es su enfoque en el crecimiento personal de Bridget tras el duelo. La película comienza con una escena alegre que muestra a Bridget tratando de recuperar su lugar en el mundo, un viaje que me resultó altamente emotivo. Destacan las actuaciones de apoyo, como la de Emma Thompson en el papel de la doctora Rawlings, y Hugh Grant que, aunque breve, añade ese toque de cinismo al que nos tiene acostumbrados. La película ofrece algunos momentos humorísticos, aunque echo de menos el desenfreno y el caos que definieron las anteriores entregas.