El impacto de las redes sociales en el periodismo
Vivimos en una era donde las redes sociales como TikTok han redefinido el significado de 'información.' Nos encontramos en un punto donde la verdad muchas veces se ve opacada por el impacto y la viralidad de una noticia. Esto deja un vacío en la verificación informativa y nos convierte en propagadores de noticias no verificadas. Cada vez que surge una noticia jugosa, no meditamos antes de compartirla; estamos atrapados en un ciclo de inmediatez donde el periodismo ha perdido más de lo que ha ganado.
El papel de los medios tradicionales durante la DANA
La cobertura de la catástrofe de la DANA ha expuesto grietas significativas en la comunicación del siglo XXI. Los medios tradicionales han adoptado el enfoque de sus contrapartes digitales, priorizando el impacto sobre la verdad, lo cual resulta evidente cuando programas que promueven el miedo sin ser puestos en tela de juicio superan a aquellos que ofrecen un análisis mesurado. Las audiencias fueron bombardeadas con información errónea o inventada, pero a pesar del ruido generado, no se ha visto una consecuencia palpable para quienes diseminaron esas inexactitudes.
La falta de autocrítica en el periodismo
La reflexión crítica dentro del periodismo en relación con el desastre en Valencia ha sido prácticamente nula. Mientras algunos programas y reporteros permanecieron indiferentes, otros optaron por lecciones desde la comodidad de sus sets, sin asumir culpa alguna. La excepción vino de unas pocas cadenas como Cuatro y À Punt que sí se involucraron aquella noche fatídica. Un claro ejemplo de este comportamiento es el caso de Iker Jiménez en 'Horizonte,' quien admitió errores con un discurso cargado de justificaciones. Su monólogo inicial, más egoísta que sincero, fue una oportunidad perdida para una verdadera disculpa.
Una oportunidad para la autorregulación en los medios
Es esencial considerar la autorregulación en los medios de comunicación tradicionales. Si las redes sociales se han convertido en un terreno fértil para la desinformación, los medios tradicionales no deberían quedarse rezagados en establecer estándares veraces. Al igual que un supermercado podría ser sancionado por un producto en mal estado, los canales de televisión deberían poner un freno a los programas que difunden noticias falsas. Esta falta de control solo beneficia a quienes se aprovechan del caos, particularmente a movimientos alarmistas que prosperan en tiempos de incertidumbre.