Un mito actualizado para Halloween
Este año, Lionsgate nos trae 'El hombre del saco' (Bagman 2024), una prometedora actualización del mito que promete estremecer en la época otoñal con la firma del director Colm McCarthy, conocido por su trabajo en ‘Melanie: The Girl with All the Gifts’ y el curioso episodio ‘Black Museum’ de la serie ‘Black Mirror’. Sin embargo, lo que prometía ser un festín de terror otoñal, se queda en un reciclaje desganado de lugares comunes.
Una trama familiar acosada por la pesadilla
La película sigue a una familia atrapada en una pesadilla, perseguida por una criatura malévola y mítica. Patrick McKee, interpretado por Sam Claflin, escapó por poco de un encuentro con esta entidad cuando era niño, dejándole cicatrices que le persiguen en su vida adulta. Ahora, como padre, Patrick lucha contra sus miedos más profundos mientras la siniestra amenaza de su infancia regresa para atormentar a su hijo Jake, interpretado por Caréll Vincent Rhoden.
Recurrencia de un mito clásico
El hombre del saco es un mito universal utilizado por los padres para advertir a sus hijos. En esta película, los cineastas se aferran a la clásica representación del monstruo que rapta niños inocentes. No es la primera ni la última adaptación de esta leyenda, con la española 'El hombre del saco' y la mediocre 'The Boogeyman' del año pasado, basadas en la misma premisa de terror infantil.
Fallos en la representación del terror real
Lo que podría haber sido una oportunidad para explorar el miedo contemporáneo y la ansiedad adulta se diluye en clichés de drama familiar sin cohesión. Las pocas escenas de terror no logran fusionarse con el planteamiento inicial, resultando en una repetición mecánica de traumas infantiles trasladados a la madurez de una forma poco creativa.
Escenarios de terror poco efectivos
Si las escenas de terror fueran al menos destacables, 'El hombre del saco' podría haber redimido algunos de sus fallos. Sin embargo, las apariciones del monstruo son comparables a un ladrón encapuchado, carentes de atmósfera, tensión y acompañadas de técnicas de montaje toscas que más que asustar, confunden. Solo una grotesca visión de la criatura sin capucha y un final parcialmente oscuro logran rescatar algo de una hora y media de tedio.