Una propuesta visual fascinante
Al sentarme a ver 'El Llanto', la nueva propuesta de Pedro Martín-Calero, me encontraba lleno de expectación. La película se presenta en el Festival de Sitges 2024 como una obra dispuesta a reinventar el terror hispano, ofreciendo una visión única acompañada de la actuación de Ester Expósito. El director logra crear un imaginario visual verdaderamente cautivador, lleno de segmentos que juegan con el terror en la era digital, utilizando pantallas y píxeles de una manera innovadora. Sin duda, Martín-Calero demuestra que sabe cómo capturar visualmente el miedo, una habilidad que le valió el premio a mejor director en el Zinemaldia.
Un guion enredado en sus propias pretensiones
Sin embargo, a pesar de este despliegue estético, el guion de 'El Llanto' parece estar atrapado en sus propias pretensiones de ser 'terror elevado'. La película intenta abarcar múltiples historias, reiniciando la trama en varias ocasiones sin el desarrollo necesario, lo que provoca que ninguna narrativa consiga crecer de manera satisfactoria. Este enredo narrativo deja al espectador sin profundidad en los personajes ni interés genuino por el misterio que estos entrelazan. Al final, la película se siente como una serie de escenas independientes en lugar de una obra cohesionada.
La actuación de Ester Expósito
A pesar de las deficiencias en el guion, cabe destacar la actuación de Ester Expósito, quien se entrega completamente a su papel. Su presencia en pantalla es magnética y logra elevar ciertos momentos de la película. Sin embargo, ni siquiera su actuación logra salvar una narrativa que carece de dirección clara y que, lamentablemente, no permite que su talento tenga el impacto que merece.
Conclusiones
Al finalizar 'El Llanto', me encuentro con sentimientos encontrados. Si bien la película cuenta con un director prometedor y una estética original que debería ensalzar el cine de terror, se queda corta debido a un guion que no define qué historia quiere contar. El intento de ser subversiva y profunda se convierte en un obstáculo en lugar de una fortaleza, dejando al espectador con ganas de una experiencia más coherente y significativa. Lamentablemente, en este caso, las buenas intenciones no fueron suficientes para evitar que 'El Llanto' se pierda en sus propias ambiciones.