Introducción al nuevo parque de monstruos
Desde el primer momento que los títulos de crédito empezaron a rodar en 'Godzilla y Kong: El nuevo imperio', supe que estaba ante un cambio radical en el Monsterverse. La salida de escena de Millie Bobby Brown y la apuesta por un enfoque menos humano y más monstruoso era precisamente lo que estábamos esperando. Adam Wingard se deshace de las ataduras humanas para explorar un espectáculo kaiju desinhibido y exuberante. Por fin, Kong toma las riendas de protagonista en una aventura que también redefine a Godzilla en un universo de neones y estética ochentera.
Un nuevo territorio para la fantasía monstruosa
La película es un 'Viaje de Kong al centro de la Tierra', descubriendo un mundo donde la fantasía se desata en una orgía visual típica de James Cameron pero con el delirio propio de Wingard. La narrativa impacta por su osadía y su descarado colorido, aunque a veces el CGI resulta excesivo. Pero en este universo donde los kaijus son los reyes, cada desenfreno visual contribuye a un festín sensorial que reconecta con el placer de las películas de monstruos clásicas.
Batallas de titánica magnitud
La acción de 'Godzilla y Kong: El nuevo imperio' se eleva en un crescendo de luchas y creatividad. Las escenas de combate entre los kaijus, aprovechando las propiedades de este nuevo mundo, ofrecen un espectáculo de gravedad alterada que realmente nunca había sido explorado en la franquicia. Wingard, con una energía de 'todo va', construye un film que, aunque a veces cansa por su intensidad, siempre consigue mantenernos al borde de nuestro asiento por su audacia visual y su constante tributo a la cultura kaiju.