Introducción
Al sumergirme en 'How to have sex', no pude evitar que resonara en mi cabeza una canción de Bad Bunny que fantasea con sol, playa y desenfreno. Pero esta película transforma esa melodía en una narración de la perturbadora cara B de un festín aparente. La mirada femenina que despliega es tan incisiva que hiere, revelando la oscuridad detrás de un constante carnaval de excesos.
Entre el horror y la reflexión
'How to have sex' se posiciona en un incómodo intermedio entre el terror cotidiano y un cine que reta. El guion de Molly Manning Walker, sin caer en la obviedad ética, lanza preguntas complejas a través del silencio y las expresiones de una brillante Mia McKenna-Bruce. Es un relato que desafía al espectador a mirar dentro de sí, enfrentar sus prejuicios o, en el peor de los casos, despreciar el mensaje sin darle la debida importancia.
La ambigüedad de la agresión
La película indaga en los matices del consentimiento y la victimización con uma trama que no recurre a verbalizar las cuestiones esenciales, sino que las proyecta en los conflictos internos de la protagonista. Se entrelazan aquí los hilos de una sexualidad impuesta y la imposibilidad de denunciar la agresión en un entorno que prioriza la imagen social sobre la justicia individual.
Un microcosmos vacacional distópico
La trama se desarrolla en un entorno vacacional que más bien parece una cárcel hedonista, donde las relaciones interpersonales se reducen a carnalidad efímera y el sexo se convierte en una moneda más del intercambio social. La protagonista debe navegar esta realidad distorsionada, buscando un sentido de identidad y pertenencia entre la presión y las expectativas de sus amigas.
Conclusiones
En primera persona, 'How to have sex' me confrontó con una realidad juvenil turbadora y auténtica. A pesar de su carácter a veces previsible, es una película que considero esencial en tiempos de negación y reinterpretación de realidades. La crudeza con la que se aborda el consentimiento y la agresión sexual la hacen una pieza de arte que, aunque dolorosa, es un reflejo necesario de la sociedad actual.