La voz de un ángel
Siempre he creído que la voz humana es un instrumento musical único, pero la de Jeff Buckley era algo más que especial. Su rango de cuatro octavas y su vibrato rápido y etéreo le otorgaban una cualidad celestial, casi como si hubiera recibido un don divino. Al ver 'It's Never Over, Jeff Buckley' de Amy Berg, quedé atrapado en ese hechizo sonoro, redescubriendo los matices de su música desde los clubes íntimos hasta los estadios abarrotados.
El enigma de Buckley
El documental revela un enigma sobre Buckley que va más allá de su único álbum 'Grace'. Su universo musical no solo abarcaba las baladas meditativas como su icónica 'Hallelujah', sino que también reflejaba una faceta de rock 'n' roll llena de energía. En una memorable escena, confiesa que sus influencias eran el amor, la ira, la depresión, la alegría... y Led Zeppelin. Esta dualidad, entre lo lírico y lo visceral, lo hacía único en una era dominada por el grunge.
La sombra de un legado
La historia de Buckley está marcada por la ausencia de su padre, Tim Buckley, una figura mítica que nunca conoció pero que siempre lo acompañó como un espectro. En el documental, su madre, Mary Guibert, relata cómo Jeff estaba destinado a la música desde la cuna, poseído por el arte que su padre le legó. Sin embargo, Buckley no buscaba la fama, aunque el reconocimiento llegó inevitablemente tras su actuación deslumbrante en el tributo a su padre.
El ocaso de una estrella
'It's Never Over, Jeff Buckley' no solo muestra al carismático músico, sino también sus luchas y el giro trágico de su vida. Los últimos días de Buckley están pintados con una sensación de despedida y un deseo de reconciliación, especialmente con su madre, una figura clave en su vida. Se rumorea que pudo haber tenido un colapso, pero sus acciones finales sugieren un adiós más consciente, como si intentara cerrar ciclos antes de caer en el río Wolf.