Introducción al terror acuático
Como devoto del género de terror, el concepto de una piscina embrujada propuesto por 'La piscina', de la mano de Blumhouse y el talentoso James Wan me sedujo. La idea, a priori, parecía refrescante: combinar la cotidianidad de un objeto tan común con los elementos sobrenaturales, una receta que algunos han logrado transformar en obras memorables. Sin embargo, con la promesa de una historia que sumerge a sus personajes (y a la audiencia) en un entorno familiar teñido de misterio, mis expectativas estaban fijadas en alto.
Un guion que no se moja
La película arranca con los clásicos ingredientes del cine espectral: una familia que arrastra secretos oscuros y el cambio de residencia como el inicio de una nueva etapa. Bryce McGuire, el director, se atiene a recetas conocidas, pero lamentablemente no consigue elaborar un plato principal que sacie el apetito cinéfilo. La tensión y la atmosfera se mantienen durante escenas selectas gracias a una dirección capaz, pero sorpresas de calado no emergen de estas aguas.
Profundizando en el drama familiar y la posesión
Cuando el suspense inicial de 'La piscina' se diluye, la historia intenta expandirse hacia un drama familiar con tintes de posesión que más que escalofriarte, te deja a flote, esperando una ola de creatividad que nunca rompe. Se opta por soluciones visuales y narrativas ya trilladas en el género, con el añadido de efectos digitales que no hacen justicia a la trama, diluyendo la posibilidad de haber sido una película de terror con mayor impacto.
Conclusiones
En definitiva, 'La piscina' pudo haber sido un clavado profundo en aguas inexploradas del terror, pero se quedó en la orilla. Con la impresión de que todo quedó en una promesa, salí del cine sin haberme sacudido el miedo de encima. Es una pena, porque Blumhouse y James Wan suelen garantizar al menos cierta calidad y originalidad. Mientras que hay esfuerzos independientes en el terror que no llegan a la gran pantalla y merecen más la pena, 'La piscina' parece contentarse con flotar en el mar de lo mediocre, una producción que parece estar apoyándose más en su legado que en su capacidad de asustar. Mi valoración personal, de una decepción palpable, sería un tibio 5 sobre 10.