Punto de partida
En un mundo donde hasta la serie 'El señor de los anillos' de Prime Video, que costó varios miles de millones de dólares, no parece haber llegado a la popularidad masiva que esperaban, la segunda temporada de 'La rueda del tiempo' parece particularmente superflua. La primera temporada se estrenó en Prime Video menos de un año antes de 'Los anillos del poder', presumiblemente como un tanteo del épico fantasía a venir. Aquí la historia se asemeja a un sugestión del algoritmo después de agotar el atracón de 'El señor de los anillos'.
Problemas persistentes
El problema es que en ambas temporadas, 'La rueda del tiempo' no tiene mucho que ofrecer al fanático discernidor de la fantasía. Tiempos de duración extensos, una multitud de jerga fantástica e hilos argumentales tan delgados como las olas mágicas que los 'canalizadores' del mundo de fantasía de Robert Jordan giran a su alrededor al usar sus habilidades. Es francamente frustrante ver que la sensación de no llegar a ninguna parte continúa en la segunda temporada.
Desarrollo de personajes
Al final de la primera temporada, nuestros cinco aldeanos de River’s End se dispersaron: Perrin (Marcus Rutherford) lucha por entender sus habilidades potenciales como 'hermano lobo', Nynaeve (Zoë Robins) y Egwene (Madeleine Madden) comienzan su entrenamiento como Aes Sedai —las mágicas guerreras femeninas que conspiran y establecen políticas en esta tierra mágica—, y Mat (Donal Finn, remplazando a Barney Harris) se pudre en una prisión Sedai después de ser potencialmente corrompido por el Oscuro en la última temporada. Mientras tanto, su mentor Moiraine (Rosamund Pike, quien también produce) se tambalea ante la pérdida de sus poderes al final de la última temporada y el debilitante vínculo entre ella y su Guardián, Lan Mondragon (Daniel Henney). Todos ellos están preocupados por el destino de Rand (Josha Stradowski), quien descubrió en la temporada anterior que él es el elegido para salvar o destruir el mundo.
Aspectos técnicos
Para el crédito de la serie, la producción sigue siendo impresionante. Los vestuarios de Sharon Gilham son particularmente magníficos, desde los fluidos trajes de las Aes Sedai hasta las engañosas máscaras de los Seanchan, un nuevo grupo de villanos a los que nuestros héroes deben enfrentarse. Los efectos siguen siendo impecables y esporádicos, con algunos juegos de manos difusos aquí y allá, y los pocos estallidos de acción que puntúan el final de cada episodio son un respiro bienvenido de todas las pesadas conversaciones en habitaciones de alabastro. Sin embargo, son esas conversaciones y la sensación persistente de que estas conversaciones no llevan a ningún lugar interesante lo que frenan cualquier impulso que 'La Rueda del tiempo' desee construir.