Vuelta a la alta sociedad londinense
Cada vez que la pantalla se adorna con ese meticuloso N de Netflix, transformado para la ocasión en los opulentos jardines de 'Los Bridgerton', siento que estoy a punto de sumergirme de nuevo en la intrincada alta sociedad de la Londres de época. Tras las críticas de su primera temporada por adaptar las novelas a un tono más diverso y moderno, 'Los Bridgerton' no ha flaqueado y demuestra su audacia con la llegada de su tercera entrega el 16 de mayo. Con episodios divididos en dos partes, la segunda esperada para junio, esta temporada se centra en la deliciosa tensión entre Penelope Featherington (Nicola Coughlan) y Colin Bridgerton (Luke Newton), que eclipsan al resto de los personajes con su complicada danza romántica.
La evolución de Penelope y Colin
Penelope Featherington ha renunciado a su amor no correspondido por Colin y decide que es hora de buscar un esposo que la deje libre para mantener su secreto como Lady Whistledown. Colin, por otro lado, vuelve de sus viajes con una vanidad renovada pero se encuentra con la indiferencia de Penelope, una situación que le desconcierta. La dinámica entre ellos evoluciona con lecciones de confianza y el surgir de sentimientos más profundos, agregando capas de complejidad a sus personajes. El espectáculo se ve aderezado con subtramas como el distanciamiento entre Penelope y Eloise, y los retos de mantener su identidad secreta mientras avanza en la sociedad.
Una continuidad elegante
La temporada 3 de 'Los Bridgerton', creada por Shonda Rhimes y presentada ahora bajo la batuta de la nueva showrunner Jess Brownell, conserva su esencia característica. Las tradiciones siguen, los vestidos y escenarios siguen deslumbrando, y la magnífica Julie Andrews como la voz de Lady Whistledown continúa siendo el deleite auditivo de la serie. No obstante, esta entrega no arriesga lo suficiente, perdiendo la oportunidad de impresionarnos con giros no anticipados, algo que sin duda podría haber aportado frescura al ya familiar panorama de la serie.