Un cambio de tono necesitado
A primera vista, 'Más que nunca' puede fácilmente ser confundido con otro romance dramático al estilo 'El diario de Noa'. Sin embargo, debajo de esta apariencia familiar se descubre un drama sobre aspectos mucho más vitales y universales que el amor romántico, como afrontar la inevitable aceptación de la mortalidad. Lo que convierte a 'Más que nunca' en una película menos reconfortante, pero más relevante.
Una mirada intensamente personal a la crisis
En 'Más que nunca', la crisis no es presentada simplemente como otra complicación en una relación romántica. En cambio, es tratada de manera poco convencional, centrada en la protagonista Helene, interpretada por la brillante Vicky Krieps. La habilidad de la película para mantenerse en el lado de Helene y hacer frente a su crisis, junto con su valor para tomar decisiones que se desvían de las rutas habituales, es lo que le concede el lugar destacado.
Dirección: Simple pero eficaz
La dirección, a cargo de Emily Atef, aunque no es particularmente notable o memorable, hace un uso eficaz del escenario natural de Noruega. Aunque adopta un enfoque más práctico y sencillo para la dirección, la película sigue siendo una propuesta intrigante que se sale de los patrones del género romántico.