Un encuentro con el realismo mágico
La nueva adaptación cinematográfica de 'Pedro Páramo', dirigida por Rodrigo Prieto, es un encuentro fascinante con el realismo mágico y una saga familiar grandiosa. Como admirador de las obras de Prieto, esperaba su interpretación visual de la famosa novela de Juan Rulfo con grandes expectativas, y no me ha decepcionado. Conocido por su trabajo en películas como 'Barbie', 'Killers of the Flower Moon' y 'Brokeback Mountain', Prieto lleva su aguda visión a esta profunda narrativa de fantasmas y memorias.
Un viaje a Comala
La historia sigue a Juan Preciado, interpretado por Tenoch Huerta, quien emprende un viaje a Comala tras la muerte de su madre. Su objetivo es encontrar a su padre, Pedro Páramo, en un pueblo fantasmal lleno de ecos del pasado. Me fascinó cómo Prieto y el guionista Mateo Gil mantienen la estructura original de la obra de Rulfo, recreando fielmente la atmósfera melancólica del libro. Comala, con sus calles empedradas y su aire de misterio, se convierte en un personaje más de este relato cautivador.
La saga de Pedro Páramo
La historia de Pedro Páramo, interpretado por Manuel García Rulfo, se despliega mediante una serie de flashbacks. A medida que conocemos más sobre este personaje enigmático y su influencia en los lugareños, surge un cuadro intrigante y a menudo perturbador de poder, amor y tragedia. La actuación de Ilse Salas como Susana, el amor no correspondido de Pedro, aporta una capa adicional de anhelo trágico al relato. La música de Gustavo Santaolalla intensifica esta sensación, sumergiéndonos en una narrativa que es tan hermosa como desgarradora.
La magia visual de Prieto
Rodrigo Prieto, quien también asumió el rol de director de fotografía junto con Nico Aguilar, nos regala una experiencia visual única. Las escenas cambian de década con fluidez, nutriendo nuestra percepción con colores vibrantes que dan vida a las paredes apagadas de Comala. Este enfoque visual al que nos tiene acostumbrados Prieto, es, sin duda, uno de los mayores aciertos de la película. Sin embargo, hacia la segunda mitad, la historia se adentra demasiado en su propia narrativa, perdiendo parte del dinamismo surrealista que caracteriza a la primera parte. A pesar de esto, la fuerza visual y emocional permanece y deja una huella duradera.