Una propuesta inesperada
Carlos Marqués-Marcet vuelve a sorprendernos con 'Polvo serán', un musical que se aleja de sus trabajos anteriores como '10.000 km' o 'En Tierra firme'. Este filme nos transporta a un mundo en el que el drama y el musical se entrelazan de manera sorprendente, explorando temas tan delicados como la eutanasia a través de un enfoque visualmente rico y una narrativa íntima. La colaboración con La Veronal para las coreografías eleva la obra a un plano donde el movimiento se convierte en una extensión de las emociones de los personajes.
Encuentro de géneros y emociones
El auge actual del musical y el cine que aborda la eutanasia se refleja en este largometraje como un espejo de nuestra sociedad contemporánea. Ángela Molina, en una de sus interpretaciones más sinceras, encarna a Claudia, una mujer que decide terminar su vida de manera digna ante una enfermedad terminal. Su compañero de vida, interpretado por Alfredo Castro, opta por unirse a su último viaje. La participación de la danza contemporánea transforma el relato en una experiencia sensorial única, donde las coreografías transmiten sentimientos complejos sin necesidad de palabras.
La danza como lenguaje emocional
Desde el angustioso brote psicótico inicial que se transforma en baile con los médicos, hasta los momentos más íntimos entre los protagonistas, la danza se convierte en una herramienta poderosa para expresar lo que las palabras no pueden. La dirección de arte a cargo de Laia Ateca, conocida por su colaboración con Paco Plaza y Rosalía, añade una capa de exuberancia visual que contrasta con la sobriedad de la trama, creando un equilibrio perfecto entre la emoción y la estética.
Conclusiones
Al cerrar los ojos y rememorar 'Polvo serán', no puedo evitar sentir una conexión profunda con los personajes y sus dilemas existenciales. La película se adentra en terrenos arriesgados, pero siempre encuentra el equilibrio necesario para cuestionarnos sobre nuestras propias decisiones en situaciones límite. Lo mejor de esta obra es su delicadeza al tratar un tema tan sensible, mientras que su propuesta única puede ser un desafío para algunos espectadores. En mi opinión, es una obra que merece ser vista por su valentía y honestidad emocional.