Un drama palaciego en decadencia
La serie hit de Netflix 'The Crown' ha luchado con una rápida disminución de la percepción pública. Fue inicialmente elogiada como un bello drama caracterizado por la representación de algunos de los altos y bajos de la historia británica del siglo XX. Sin embargo, en la temporada cinco y ahora en esta, parece que el enfoque confuso de 'The Crown' en la Reina Elizabeth II y los pormenores de la monarquía moderna se están quedando sin vapor.
Las últimas huellas de Diana
La apertura de esta última temporada cimenta la dirección trágica hacia la que va a explorar al menos en su primera mitad: la trágica muerte de la princesa Diana y el espectáculo público que le sigue. Lleva construyéndose hacia este momento desde que Emma Corrin entró en el papel en la temporada cuatro.
Enfoque en Diana
Esta última temporada se centra en los últimos días de la vida de Diana. Elizabeth Debicki continúa su asombrosa captura de la belleza de la Princesa de Gales, mientras Dominic West, aunque extrañamente seleccionado, desempeña su papel de Carlos. Todo se ve enmarcado por la continua lucha de Diana por sus proyectos futuros y su intento de liberarse del yugo de la popularidad que la mantiene segura y exitosa.
La monarquía en segundo plano
La llevamos a un punto de desatención con el resto del elenco, mientras la vida de Diana absorbe la mayor parte de la atención. La propia Elizabeth queda relegada al ostracismo, su trama se convierte en insignificante en comparación con la inmensa atracción que genera Diana.
La última imagen de una princesa
Inevitablemente, regresamos a ese accidente de coche en París y el cuarto episodio nos lleva de vuelta al resto de los reales, que deben lidiar con su duelo frente a los deseos del decoro y la gente.