Una película que se siente como una 'home movie' de época
Al sumergirme en 'Tiempo compartido', dirigida por Olivier Assayas, no pude evitar recordar la acertada descripción de Jaime Pena, quien la define como una 'home movie' pero de época. Esta obra nos ofrece un confinamiento que recoge momentos del tiempo con una ligeranza que resulta encantadora y un toque de irrealismo que me cautivó desde el primer minuto. Vincent Macaigne y Micha Lescot se destacan como dos hermanos que, en medio de una convivencia pandémica, descubren cuánto han cambiado y cuánto han dejado de tener en común a lo largo de los años.
El encanto de la simplicidad
La película se presenta como una instantánea lenta y complaciente, con el beneplácito de un autorretrato que nos invita a conocer su universo de manías y referencias, algunas veces elevadas y herméticas, admitiendo que no todo el público puede comprenderlas fácilmente. La obra emana la simplicidad y virtudes del teatro 'amateur', ofreciéndonos un respiro en estos tiempos de urgencia que tanto necesitamos. Para mí, fue un placer dejarme llevar por la maravillosa fotografía de Eric Gautier que captura con delicia los entornos, y la enriquecedora musicalización de Macaigne que complementa la experiencia.
La lucha entre la belleza y la frustración
Mientras disfrutaba 'Tiempo compartido', no pude dejar de admirar la casa, el bosque y el sol, toda esta belleza armoniosa que invita a la contemplación relajada. No obstante, también es fácil sentir una frustración ante el intelectualismo relajado de los hermanos, algo que seguramente no resonará de igual manera con todos los espectadores. A pesar de ello, la combinación de la belleza visual y el diálogo sincopado me ofrecieron un escape temporal que, sin duda, fue gratificante en su totalidad.